69: EL CHUPETIN SIMULTANEO

Eran tiempos extraños: los hombres creían que todo lo viejo debía desaparecer: que nuevo era la condición de bueno. En esos días el mundo estaba lleno de novedades: todo empezaba a ser distinto y los hombres, por momentos, se asustaban ante tanto cambio. Entonces les buscaban justificaciones en la historia lejana. Suele pasar: los hombres, para lanzarse a los desconocido, necesitan alguna garantía -y el pasado es una de las mejores. Así que la Revolución Francesa -su esencia, sus modas, sus nombres, sus excesos- buscaba su legitimidad en historias de griegos y romanos. Por eso aquel panfleto de Jean Marie Valdoup causó tanto revuelo.
La discusión había empezado dos años antes. En julio de 1791 París sufría el calor y Luis XVI ya estaba preso: lo habían arrestado cuando intentaba fugarse de su reino.
-¡Compañeros, el traidor de Capeto ha caído en la prisión que nos preparó a todos nosotros!
-¡A la horca, a la horca con él!
-No, a la guillotina, que es mucho más fashion.
Un rey encarcelado por el pueblo era tanto más de lo que cualquiera habría esperado, y los oradores políticos inflamaban las esquinas: Marat,Danton, Desmoulins. Así que los primeros paseantes que escucharon las diatribas del abate Rougemont supusieron que nadie le haría caso, que su causa era insignificante.
-¡Ostias, de nuevo el curete majareta!
El abate Rougemont había sido un cura libertino, antes de volverse un revolucionario severo, tan ateo; intolerante. En esos días, la revolución era un fiesta pero, como todas, tenía un ala moralista que trataba de aprovechar la situación para purificar costumbres: -Junto a los insultantes manjares que sirvieron, durante siglos, para llenar las bocas de los nobles, otra forma -aun más contranatura- de llenárselas nos llegó de Italia, en el equipaje de esa prostituta real, María de Medici, cuando vino a casarse con el sangriento monarca Enrique IV.
Decía el abate, con aquella prosodia de cura de colegio: -Todos ustedes saben que me refiero a ese número nefasto, a esa imposible herencia de los malditos reyes, a ese enrosque que nuestros hombres y mujeres, contrarevolucionarios impenitentes...
Los paseantes sabían, y se miraban divertidos: atacar, en semejante circunstancias, la practica sexual que los franceses de entonces llamaban 69 parecía una broma menor. Pero el abate no se daba por vencido: su argumento era bueno, ajustado a la época. Todo lo real debía quedar atrás. Con documentos falsos, con insistencia verdadera, terminó por convencer a muchos: si "semejenate aberración sexual había sido introducida en Francia por ella". Nadie sabía cómo contradecirlo: la llegada de María de Medici databa de casa trescientos años antes, y no estaba claro si era cierto que, junto con el tenedor y otros refinamientos culinarios, sus italianos impusieron también ese enredo casi gastronómico que había hecho furor entre los franceses, al punto de convertirse en su estandarte sexual. Probablemente la historia fuera falsa, pero cualquier orador sabe, desde siempre, que basta con una parte de verdad bien ubica para que la mentira contigua pase por verdadera.
La prédica del abate Rougemont se difundió más allá de cualquier expectativa: los jacobinos, el ala izquierda de la revolución, prohibieron a sus seguidores la práctica del chupetín simultáneo y estos militantes, a su vez, se encargaron de seguir en sus trece. Junto con el uso de la flor de lis, los títulos de nobleza y otros símbolos del Antiguo Régimen, la práctica del 69 fue, en algunos casos, causa suficiente para cárceles y destierros.
La confusión, en cualquier caso, fue mayúscula, y hay historiadores que sostienen que la caída en desgracia del 69 fue origen del aumento de nacimientos que se registró en esos años. Otros le atribuyen una mejora en importante en las técnicas abortivos.
-Es que uno anda como perdido, sin brújula, sin norte, y algo hay que hacer...
Sabiendo lo duro que resultaría para el pueblo francés la prohibición del 69, los jacobinos propusieron cantidad de piruetas sustitutas: el arte erótico recibió, gracias a la involuntaria colaboración del abate Rougemont, un impulso importante, del que todavía somos tributarios. Muchas de nuestras figuras actuales se originaron en esa prohibición. Pero aún así el abandono del 69 era por lo demás, como una imposición que había visto por lo más revolucionarios como un sacrificio por la causa, por lo demás, como una imposición que había que soportar: todos, sin distinción, lo lamentaban. Hasta que Jean-Marie Valdoup tuvo su idea casi obvia, casi genial.
Jean-Marie Valdoup era un oscuro escribiente con más pretensiones que posibilidades, casado oscuramente con la hija de un comerciante de hijos, y tenía treinta y siente años oscuros cuando entendió que la única respuesta posible del veto del abate consistía en usar sus mismas armas. En mayo de 1793 Luis XVI ya había sido ejecutado y los parisinos lo extrañaban mucho menos que al chupetín perdido. Por eso recibieron con tal algarabía la publicación de la Denubncia de un eengaño puritano, que Valdoup había hecho imprimir en dieciséis hojitas toscas.
En ellas, Valdouop explicaba que el 69 venía practicandose, con el mismo nombre y las mismas características, desde la antigüedad clásica y que cualquier tentativa de adjudicarle su paternidad una reina era un acto contra revolucionario. Y que, por lo tanto, su practica era plenamente lícita, políticamente correcta, justificada por la historia. Valdoup sostenía su afirmación con citas de poemas de Catulo -en las que proponía de Lesbia que se revolcaran "mi boca contra tu boca falsa,/la tuya contra mi lengua falsa,/ en un 69 como miles"-, del Arte de Amar de Ovidio -que detallaba las friegas con que los amantes podían sazonar sus partes antes de practicarlo- y de Plauto -en una de cuyas comedias, Las Calladas, las mujeres de una ciudad se negaban a practicar el 69 mientras sus hombres no firmaran la paz con un ejército enemigo. E incluso había incluido, para colmo de verosimilitud, un comentario astuto: su extrañeza de que el Satiricón de Petronio no lo nombrara nunca: "A buen seguro -decía- las páginas perdidas de ese libro maestro rebosan de cuerpos atornillados en la cifra".
Fueron días de alborozo. Jean-Marie Valdoup conoció una fama tan desproporcionada como efímera, y el chupetín recuperado se convirtió en el tema del momento. En las calles de París todos se jactaban de su práctica, la celebraban, discutían maneras. "Ahora sí-decía Valdoup- la revolución podrá dejar de comerse a sus hijos".
Recién en febrero de 1795 alguien -la historia no registra su nombre- empezó a predicar contra la Denuncia de una historia imposible, y mostró lo evidente de su engaño: los romanos jamás podrían haber llamado 69 al famoso chupetín por la simple razón de que 69, en números romanos, se escribía LXIX. Estaba claro: era la semejanza del dibujo de esa cifra con el trazo de los cuerpos en acción. Y nada en el número LXIX hacía pensar en ese acto.
-Si seremos pazguatos, nom de dieu!
-Pazguatos, si, pero lo bien que la pasamos.
Muchos se sintieron avergonzados y exageraron en sarcasmos e ironías: les dolía, sobre todo, haber creído algo tan tosco un gacetillero- y no sabían qué hacer para escapar de su verguenza. El nombre de Jean-Marie Valdoup fue borrado de casi todos los registros: lo comparaban con aquel Eróstrato que quemó el templo de Diana en Efeso para que la historia lo evocase y que fue condenado por sus compatriotas -sin éxito- a que nadie nunca recordatçra su nombre. Pero, en realidad, estaba tranquilos: a esa altura el gobierno revoluvionario jacobino había caído -y con él el antimonarquismo más furioso: el hecho de que el 69 hubiese sido o no introducido en el país por una reina ya no significaba su rechazo. Por eso pudieron darse el lujo de ser agudos, autocríticos: tantas veces la condición de la inteligencia es que no importe.

Del libro BINGO! cien panfletos contra la realidad de Martín Caparrós



Me pareció un texto muy interesante, educativo, y gracioso. Lo que hace el ser humano por seguir normas establecidas y sobre todo para no ser considerado con falta de compromiso político. En cuantos momentos históricos de nuestros paises vemos cosas sin sentido!

PD:esto se lo dedico a Checho Fry Jr.

Comentarios

  1. No conocía este libro, y la verdad el poco texto que has seleccionado para tu post me parece muy bueno. Así que intentaré conseguir este libro para leermelo pues parece estar muy interesante.
    Un saludo muy grande linda!

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  2. En la Argentina de los 70 el 69 hubiera estado "compartimentado" y nadie, salvo los que lo pracaticaran, se hubiese enterado.No me explico la sinceridad de los chupetin�logos de entonces.El Caparr�s da para todo, es un grande COMO VOS, PIBA!! Muy lindo y excitante.

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  3. Siempre he dicho que por política se puede desde actuar como un payaso hasta asesinar, pero jamás creí que se considerara un acto revolucionario, prohibir una posición del acto carnal, realmente muy interesante descubrir los orígenes de algo tan particular y común en la cultura sexual de la humanidad, lo que también podría decirse que fue particular ver la forma en que intentaron hacerle mala fama a algo tan placentero y luego reposicionarlo casi como una moda erótica , al final quizás ese sea el gran legado de la Revolución Francesa al mundo y no la forma de política de Estado, ni el principio de libertad, igualdad y fraternidad, ni mucho menos la abolición de las monarquías, porque hoy siguen habiendo monarcas (y presidentes que se creen reyes) y pueblos que de cultura democrática no tienen mucho y si la sociedad también nos limita en algunos casos así que no hay no libertad , ni tampoco igualdad ( espero que algo quede de fraternidad y que no sea ese discurso político que sale entre dientes de los mandatarios cuando se refieren a la “Nación Hermana”), pero creo que del 69 no nos volverán a despojar SALUDOS Y TE SIGO LEYENDO
    Checho J. Fry
    PD: un honor haberme dedicado tan noble capitulo de un libro, intentare cómpralo a precio módico

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  4. Bueno, mi due�a, he reencarnado en cocker. Es que acabo de leer un comment tuyo acerca de mi muerte en sincafeina y nada, que me ha conturbado (�no ser� un cocker espa�ol?). Te quiero, sonko y bulla de Santiago...soy mas cortito y sencillo que algunos otros comentarios porque el silencio es mi mayor elocuencia (z�s, S�neca. Como perro deber�a citar a Kant)
    Un beso en el cuello, que no en la espalda, que eso es de cobardes.
    Chau
    Roberto, a puro mar y mate amargo.

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  5. un gran post! estoy seguro que en las epocas de la revolucion nadie dejo de usar el 69, no lo dirian tal vez, pero dejar de hacerlo no tendria ningun sentido...

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  6. Viva la revolution!!!!
    ja!
    que buen texto. no tengo ni idea de como llegue aca, pero si en el resto del blog posteas cosas como esta que bueno que llegue!!

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  7. Buenisimo!!!!!!!!!!
    Es genial lo que pusiste.
    Caparrós es un groso.

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  8. Iris como siempre un placer ,tus comentarios, y tal vez por España puedas conseguir el libro de Martín Caparrós.

    esmoris: que te puedo decir...cada vez que me manda esos besos con la brisa del mar me alegra el sonko! Hasta la victoria siempre! (Caparrós un capo)

    fernan:quien sabe? el hombre es tan soluble algunas veces...hace tantas tonterías para ser parte de algo!
    Saludos!

    el señor de las anécdotas: (flor de nombre que se mandó) primero que nada viva la revolución too! Espero seguir posteando cosas interesante (como yo obvio,jeje! modestia de la dueña) Besos mi señor!

    bruno: buen gusto, no? jajaja! Caparrós un capo! Espero seguir viendote pro acá.

    para el último lo dejo al Checho: mi querido, trasandino, como siempre tus comentarios muy inteligentes. La verdad, que calidad que tenemos del seres humanos para hacer pelotudeces en nombre de...
    Por eso me pareció más que esclarecedor, postear el cap. del libro. Suerte con tu compra del libro...espero que lo puedas adquirir aunque más no sea como papel de diario. Si total lo importante es el contenido. Besos! (menos mal que soy Santiagueña!!)

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  9. Amiga, que risa... me encanto el post, es bueno conocer un poco esta singular historia.. y más siendo una posición hoy en día practicada por muchos y favorita de otros...

    Un abrazo desde el Noroeste de México!

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  10. Interesante texto, si señora!!!

    Además, parece ser, que (le cuento con tono de vieja chusma que tira el dato al pasar), además de todo lo aportado por Caparrós, en épocas donde Europa (principalmente los ingleses y todos los que tuvieran barquitos) andaban meta viaje para Medio Oriente y Oriente, donde esta práctica del chupetín (seguro que con otro nombre) ya la tenían de hace rato, y los viajeros europeos al verla, dijeron: ¡¡¡epa epaaa, que interesante este asunto!!!, y de allí no solo se trajeron especies, té, plantas exóticas, sedas y demases, sino que también algunas posturas sexuales...

    Otra de las cosas por las que parece que los franceses le dieron duro a la fabricación de "perfumes" fue debido a la falta de "higiene" cotidiana: la cuestión venía medio amarga... y por tal, ellos que además son gourmets (jejeje) debieron implementar ciertos aromas para mejorar la situación de la práctica nombrada (en la actualidad, muchos habitantes de Europa, no huelen muy bien tampoco, pero ¡¡hábitos son hábitos!!)

    Un lindor su blog, saludos y candor para usté!!!

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  11. Mi boca contra tu boca falsa,
    la tuya contra mi lengua falsa....
    Me encantó; hasta ahora es que sé algo de una de las posiciones sexuales más excitantes.
    No importa el momento en que se haya creado, de todas maneras no dudo que hasta los egipcios hayan gozado con eso jejejejeje.
    Muy buena.
    Nikita.

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